2.TRILLER NO, MI ESCUELITA

Si piensas que levantarse temprano todas las mañanas para ir al colegio es una maldición bíblica, no imaginas el suplicio que uno pasa estudiando en la tanda de la tarde. Mi mamá me había inscrito en el curso vespertino porque me había quemado en dos ocasiones, y aunque yo le decía que la profesora me reprobaba porque yo le caía mal, ella insistía de que aparte de no ser buen estudiante, el ambiente de las clases matutinas no me favorecían porque yo era un niño que jugaba demasiado y sólo me juntaba con los vagos del colegio. Así que me cambió de horario para que juegue menos ya que en esa tanda no conocía a nadie y podía concentrarme en mis clases. Todos sabemos que palo que nace doblao jamás su tronco endereza. Así que no pasó mucho tiempo antes de que conociera y adjuntara en las filas de mi batallón de juegos, las almas vagas de mis nuevos compañeros de clases. Pero no es de las aulas, compañeros y clases de lo que quiero hablar. Mis andanzas en el Colegio Parroquial son historias que quizás cuente más adelante. Lo que me interesa relatar ahora es de como me emocioné y maravillé a la vez, cuando al salir de clases poco antes del crepúsculo y vi una casa llena de gente mirando a Roberto Salcedo en El Calientísimo del 9, presentar el concurso “buscando el doble de Michael Jackson”.

Michael Jackson era un cantante espectacular, tenía una voz excelente y bailaba como nunca había visto a alguien hacerlo. Era alucinante, y como todo niño de mi generación yo quería bailar como él.

Michael era el séptimo hijo de una familia de nueve hermanos. Su padre era un guitarrista aficionado y trabajaba como operador de grúa para poder darle de comer a su familia.

Cerca de 1962, su papá decidió formar un grupo juvenil con sus hijos Marlon, Tito, Jackie y Jermaine a quienes llamó Ripples & Waves. El joven Jackson no participaba en el grupo por ser muy joven, pero pasaron varios años y Michael, poseedor de un gran talento para el canto, pasó a ser la voz principal del conjunto a quienes los renombraron finalmente con el nombre de The Jackson Five. Los muchachos se las apañaban cantando en clubes nocturnos hasta que en 1968 fueron contratados por la productora discográfica Motown. “I want you back” fue su primer sencillo publicado en 1969 y de allí en adelante los hermanos Jackson tuvieron un increíble ascenso en la lista de mejores éxitos de los Estados Unidos y se mantuvieron en excelentes posiciones luego de grabar “ABC”, “The love you save” y “I’ll be there”.

Michael Jackson, consagrado como una de las mejores voces de R&B, dance, soul, disco y funk en Estados Unidos, se lanzó como solista en 1979 y en 1982 publica su segundo disco “Triller”. Nosotros disfrutábamos con el video de “Triller”, lleno de zombis repugnantes y horrorosos que nos hacía sentir tanto miedo como si fuera una de las películas de George A. Romero. Todo era impresionante y allí estaba yo, viendo el concurso de imitadores de Michael en El Calientísimo del 9.

La pantalla chirriaba imágenes y luz, las bocinas cumplían su cometido con “Billy Jean” imponiéndose ante el atardecer y mis ganas de llegar al mi casa, ya extintas por el show. El hogar estaba caluroso por los invitados que mirábamos a los concursantes en el televisor a color, no muy común en los humildes hogares de la barriada. Uno de los participante se había pasado de maquillaje y alguien de los reunidos en la sala de la casa dijo que se parecía más a Chiquidrácula que a Michael. Y era cierto, parecía una torpe imitación de Bela Lugosi intentado “caminar en la luna”. Todos nos reímos de la ocurrencia. Algunos no bailaban muy bien, les faltaba practica, pero otros eran excelentes y valía la pena verlos bailar.

Llegué a mi casa con los pasos y la música de Michael en la cabeza. Me imaginaba entrar al escenario y moverme como él y cantar sus canciones. Estaba emocionado, entonces me había fijado algo en la cabeza, aprendería a bailar “Triller”, “Billy Jean” y “Beat it” igual que Michael Jackson.

Desde entonces al salir del colegio siempre me detenía en la casa del TV a color donde veíamos el concurso de El Calientísimo del 9 y me fijaba como se bailaba, también me pegaba del TV Philco a blanco y negro de mi casa al asecho de los videos musicales, porque en esa época los pasaban a cada rato.

Pasaron semanas yLa Jacksonmanía seguía su curso mientras yo, cada vez más bailaba mejor y llamaba la atención de los vecinos con mis movimientos ágiles y eléctricos. Mis padres disfrutaban mucho viéndome imitar al rey del pop.

Más semanas pasaron y yo seguía con mi anhelo y mis bailes, llegando a ser famoso en mi calle con mis imitaciones. Me estaba volviendo hábil en eso.

Una tarde unos vecinos habían organizado en el barrio un Talent Show. Mis hermanos me habían inscrito en el concurso para que yo imitara a Michael Jackson y asistí con mucha emoción, pues de seguro iba a aplastar a los demás participantes con mi actuación. Ese día me bañé temprano y me puse una chacabana azul cielo, mis zapatos de los domingos y un pantalón brinca charco para tener un swing a Michael Jackson. Mi mamá no estaba en casa esa tarde, así que sólo mis hermanos me acompañaron.

Arcángel gozaba conmigo cuando imitaba al astro, él estaba muy emocionado porque sabía que yo iba a ganar el concurso, tenía plena confianza en mí y me daba muchos ánimos. Muchas veces decía que me dedicara a eso y que si lo hacía, él sería mi representante. Cuando sus compañeros de clases iban a casa, siempre les contaba sobre mi talento de imitación de Michael y me pedía que bailara para ellos. Yo lo complacía mientras el me miraba orgulloso.

—Antonio, tú ganaras ese concurso, tú veras que sí. Ese premio será para esta casa —me decía mi hermano efervescente.

Llegamos al escenario, que en realidad era en el patio donde vivía uno de los jurados del Talent Show que tenía un estilo imitado de Cuanto Vale el Show que no se lo quitaba nadie. Hasta tenían a la equivalente de Ana María Arias.

El concurso de talento inició con una imitación del dúo Pimpinela hecha por dos hermanos que vivían al doblar de mi casa, uno de ellos se puso una peluca para hacerla de Lucía y todo fue risas. Se siguió con Amanda Miguel, José José y otros cantantes, comediantes del momento y personajes de la época.

Un trío de niños llamados los Rock Steady Crew, hizo llegar a uno de los adultos que funcionaban como jurado, un cassette de música que pusieron en un pequeño radio, y el trío ya mencionado inició su presentación bailando Breakdance en casi una coreografía. A la gente le agradó de inmediato y le aplaudían sin parar, eran excelentes. De repente me puse muy nervioso y me asusté, no por lo bien que estaban bailando los muchachos, mi pánico se entrelazó a mis funciones motoras al darme cuenta de que iba a imitar al rey del pop y no tenía música para bailar como Michael Jackson. Era ridículo cantar y bailar sin tener esa música que caracteriza al astro. Mi ropa no era como la de Michael y en el suelo rustico de cemento tampoco se podría hacer el paso de caminar para atrás. ¿En qué estaba pensando? ¿Acaso iba a hacer una presentación de canto y baile sin música? Ni siquiera sabía la letra de la canción pues no sabía hablar ingles. Todo iba a ser un desastre y yo no quería pasar esa vergüenza delante del público, así que dándome cuenta de los obstáculos que había delante de mí decidí improvisar.

Los bailarines terminaron y los aplausos y pitidos retumbaron en el cielo. Los presentes, conformados por padres y amigos de todos los concursantes se pusieron de pie emocionados por la calidad de la presentación de los Rock Steady Crew.

—A continuación les presentamos al participante Antonio Libertad —escuché la voz del presentador anunciar al próximo concursante.

Antonio Libertad, ese era yo.

—Quien nos va a presentar su imitación de Michael Jackson con el tema “Triller”.

Pasé entre aplausos a la parte de cemento del patio que hacia como escenario y tomé el micrófono casero de las manos del presentador y aclaré que iba a cantar “Mi escuelita”.

Mi hermano puso cara de asombro y confuso, sus ánimos se resbalaron de su cuerpo y cayeron al suelo.

—Pero aquí dice que vas a imitar a Michael Jackson —dijo el hombre.

— ¡Compai! —Le dije al presentador de mala gana —Triller no, Mi escuelita.

—Pues está bien —me dijo resignado y me presentó al público que estaba menos interesado por la nueva interpretación que les iba a presentar, pues era una canción infantil que cualquier retrasado la podía cantar.

Inicié la canción e imagino que no tengo que entrar en detalles sobre lo estúpido que me sentí de pie frente a todo el mundo, mirando la cara de decepción de mi hermano por no hacer la de Michael Jackson mientras el crepúsculo ocultaba el sol de mi deprimente participación. No recuerdo bien, pero creo que ni me dejaron terminar la presentación, pero sí que fui el hazme reír de muchos. La imitadora de Ana María Arias se metió muy de lleno en su personaje y se burló descaradamente de mí. Lo triste es que probablemente pude haber ganado el concurso de todas formas, si por lo menos lo hubiera intentado aunque no tuviera música y el suelo fuera inadecuado para los pasos de baile. Quizás si no me hubiera dado vergüenza por el ridículo que podría haber pasado haciéndolo. A veces pienso en ello y mirando atrás me doy cuenta que era imposible hacer el ridículo, pues era muy niño, y los niños ante los ojos de los adultos no pasamos por esas penas, pues se enorgullecen cuando nos observan aprender y se divierten con nuestras ocurrencias.

Hoy en día no comprendo porqué me dio tanto miedo que no pude arriesgarme con “Triller”, ya que con “Mi escuelita” iba a perder de todas formas o por qué suelo tener esa duda fatal a la hora de dar el primer paso para alcanzar lo que realmente quiero. Cuando era niño me fascinaba bailar de todo. Lo curioso es que con el pasar de los años mientras me hacía más adulto, menos sabía mover los pies al compás de la música, sobre todo con los ritmos de las nuevas generaciones. Esa noche, la del día del Talent Show, me sentí triste y mucho tiempo después comprendí que por primera vez me había acostado sintiéndome derrotado, y no por los demás concursante, sino por mí mismo. Comprendí que yo era el primer obstáculo que tenía que superar si quería alcanzar mis sueños algún día.

Acerca de Pedro Liberato

Soy un vampiro amante de la noche y los paseos al aire libre, los libros, el cine, la música. Un espectro que se rehúsa a quedar en el pasado, un personaje de novela de ficción que cada día experimenta este sueño virtual que es mi vida. Ver todas las entradas de Pedro Liberato

3 respuesta a «2.TRILLER NO, MI ESCUELITA»

  • kimayris

    Muy bueno, debo empezar por el titulo me llamo bastante la atencion y pense encontrar otro tipo de escrito, conociendote!!!!me gusta la forma literaria como traspasas de la comedia a la tragedia y como recuerdas tantas cosas de esos años, me rio como una loca y me llena de nostalgia tambien, me veo reflejada en algunas lineas de tus escritos y siento que los años verdaderamente estan marcados en nuestros cuerpos y son testigos de nuestro crecimiento.Maravilloso!!!!! Esperare con ansias el proximo!!!!

  • Odalis

    Excelente!! Realmente me hiciste recordar esos años de la «Thrillermanía» y que no había niño que se respetara que no bailara a lo Michael Jackson…

    Debo decir que hace poco he visto el video de «Thriller» y han sido tantos buenos recuerdos removidos, como con tu narración.

    Me ha gustado mucho la reflexión final.

    Que el Señor te sonría 🙂

    • Pedro Liberato

      Esa es la idea de este carro que recién pongo en movimiento. divertirlos con buenos recuerdos y viejas sensaciones, mas las reflexiones que hacemos, que hemos hecho peor que también olvidamos.

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